Los principios esenciales del proyecto siguen también las pautas de lo que se refiere a microsantuarios.

1. Antiespecismo

Las personas humanas que formen parte del proyecto deben rechazar cualquier forma de explotación animal y abogar para que otres hagan lo mismo. Esto implica ciertas prácticas específicas:

  • No consumir o facilitar el consumo, en ninguna de sus formas, de productos de origen animal, incluyendo de las residentes. 
  • No promover ni permitir activamente la explotación doméstica como alternativa a la industrial, ni dar mensajes cuyo objetivo no sea claramente la abolición de toda explotación.
  • En esta misma línea, los rescates nunca se harán con intercambio económico. Pagar a un explotador, aunque sea para salvar a alguien, es una forma de validar y apoyar su actividad, por lo que no contribuye a acabar con ella.

2. Atención personalizada y especializada

Es esencial que todas las refugiadas reciban los cuidados acordes en base a su especie, raza y características particulares (incluyendo la nutrición). Asimismo, deben recibir la atención médica adecuada, tanto primaria como preventiva.

Dani

3. La seguridad y el bienestar físico y emocional de las habitantes es la prioridad.

Para garantizar esto es importante que haya el número adecuado de individuos de acuerdo al espacio y a los recursos disponibles. Cada grupo se ha de formar y modificar en base a las características y similitudes biológicas y psicológicas, así como teniendo en cuenta la importancia de que exista un equilibrio social y con el entorno estable.

4. Tomar todas las precauciones necesarias para evitar la reproducción de las residentes

Esta determinación nace de la realidad de que existe mayor cantidad de animales en necesidad de los que jamás podremos ayudar. Permitir que nazcan más en este escenario es irresponsable y negligente. 

La otra razón principal para el control de la natalidad es que las especies usadas para el consumo humano provienen de exhaustivos procesos de selección genética. Como consecuencia de ello, se trata de individuos que arrastran graves problemas de salud relacionados con unas condiciones de reproducción forzadas hasta el límite, incompatibles en la mayoría de los casos con una buena calidad de vida.

5. Todas las interacciones con personas humanas y no humanas deben ser respetuosas.

La propia denominación de la palabra santuario implica que este ha de ser un espacio seguro para todes. En el caso de las refugiadas, tener en cuenta esto es extremadamente importante, ya que somos su especie opresora y nuestros cuerpos y lenguaje corporal (y a menudo verbal) se perciben como amenazantes por su parte. Por ello, hay que seguir unas ciertas pautas para tratar con ellas, como mantener un nivel de energía y ruido bajos, de forma que se minimice su estrés. 

Otros ejemplos de comportamiento respetuoso son agacharse para interactuar con ellas, hacerlo siempre de forma tranquila, respetar su espacio personal y sus preferencias, y no forzar nunca una interacción física.

Los sapos corredores son una de las múltiples especies autóctonas que viven en la finca

6. Respetar al resto de animales del entorno.

Como humanas, la consciencia del impacto que provoca nuestra especie en cualquier ecosistema es sumamente importante. Nuestra presencia altera la biodiversidad del entorno, afectando a los animales que lo pueblan.

Por tanto, otro de los deberes como antiespecistas es minimizar ese impacto en la medida de lo posible. Un ejemplo de esta práctica es instalar vallados seguros o colocar pasarelas en piscinas y bebederos para evitar ahogamientos.

7. Aspirar a ser un espacio de liberación colectiva

Un refugio antiespecista ha de trabajar para que las personas de todas las especies, incluyendo la humana, puedan estar libres de cualquier violencia y opresión. Es incompatible defender los derechos de los animales no humanos y admitir en nuestros espacios a personas que ejerzan otras opresiones.