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En un modo de vida donde los tiempos nunca son los propios, es fácil que la mente y el corazón enfermen cuando la muerte aparece demasiado a menudo.

Escrito por Sara, psicóloga, ATV y colaboradora de Henfluencers.

Dedicar la propia vida a cuidar de otres es algo que desgasta. Si bien esto no detiene a aquellas personas que llevan un santuario, sí es cierto que los retos no tienen fin (entre otras cosas, porque las vacaciones son inexistentes).

Entre esos retos se encuentra el duelo. Este proceso, natural y necesario, en ocasiones se repite y se anticipa hasta puntos que producen secuelas psicológicas. Al fin y al cabo, en un santuario se acogen no humanos que han pasado por experiencias de crueldad física y mental, con sus correspondientes correlatos en la salud.

El trabajo mental necesario para oponerse a la explotación animal es un proceso continuo y, muchas veces, más doloroso de lo que se puede soportar. En este post hablaremos precisamente del afrontamiento del duelo en los santuarios de animales.

La muerte y el dolor en los santuarios

Justo en el periodo en el que este proyecto se daba a conocer, varias refugiadas fallecieron en un lapso de tiempo muy corto. Todas ellas sufrían, en mayor o menor medida, problemas de salud que parecían señalar que el fin de sus vidas se aproximaba. Sin embargo, y como sabrá cualquiera que haya sufrido la pérdida de un ser querido, no hay nada que reduzca o evite el dolor emocional.

Es imposible prepararse, y menos si se trata de varios fallecimientos casi simultáneos.

Todo el mundo puede superar un duelo. Lo natural y sano es, de hecho, que el dolor emocional desaparezca con el tiempo y por sí solo. Pero, ¿qué ocurre cuando las muertes se acumulan? ¿Y cuando no se tiene tiempo para llorarlas? ¿Y cuando siguen muriendo animales fuera del santuario? El contacto continuo con la enfermedad y la muerte desgasta hasta las mentes más resistentes. Esto es algo digno y necesario de analizar.

Aspectos específicos del duelo en un santuario

Puesto que la figura de la cuidadora engloba tareas amplias y diversas, también es de esperar que se tenga que enfrentar a gran multitud de retos a la vez. Respecto al propio contacto con la muerte, se encuentran una serie de características específicas:

  • Alta mortalidad: se cuida de animales con problemas de salud derivados de su explotación y maltrato que, por lo general, tienen una esperanza de vida corta. Por tanto, la cuidadora se enfrenta a fallecimientos más a menudo de lo que sucedería si solo se relacionara con personas de su especie.
  • Alerta por urgencias: el hecho de cuidar de no humanos que sufren problemas de salud implica que la cuidadora debe mantenerse en un estado de atención continuada y  prepararse para enfrentarse a situaciones límite en cualquier momento. Este estado mental continuado provoca fatiga emocional y mental.
  • Fatiga por compasión: el activismo por los animales implica estar bombardeada por una gran cantidad de información (y experiencias, en el caso de los santuarios) negativa y desalentadora. Siempre se puede cerrar Instagram y descansar la mente, pero para quien cuida a los demás es imposible huir de la empatía, lo que acaba por desgastar las emociones.
  • Sentimientos de culpa: aun con el intenso trabajo que supone llevar un santuario, en ocasiones se tiene la sensación de que no se hace suficiente. Es común que se tenga que renunciar a ayudar a víctimas de la explotación por cuestiones morales, de recursos o de capacidad personal. En otras ocasiones, son los errores humanos los que desencadenan la culpa, ya que las equivocaciones en los cuidados existen y ocurren.
  • Duelo anticipado: cuando se tiene una clara consciencia de que la vida de una refugiada se acerca a su fin, en ocasiones el dolor y la pérdida se adelantan al propio fallecimiento. Esto añade dolor y presión adicionales a la ya enorme carga emocional.

Consecuencias psicológicas del desgaste emocional por duelo

En este punto, seguramente salte la duda de cómo afrontar todo esto. No se trata solo de gestionar todas las emociones negativas derivadas del duelo continuado, sino de la imposibilidad de poder interrumpir el trabajo para procesarlo adecuadamente, como sería lo natural.

La consecuencia más llamativa e importante de esta situación es el duelo patológico. Este trastorno se caracteriza por la imposibilidad de superar la pérdida y el dolor de un ser querido, lo que provoca dificultad para concentrarse en las tareas del día a día y donde predominan los sentimientos de tristeza profunda y de soledad. 

En el caso del rol de cuidadora de santuario se debe añadir el sentido de la responsabilidad sobre la vida de los refugiados, que se ve cuestionado internamente con cada duelo.

Sin embargo, una depresión se manifiesta de muchas formas. Cuando los duelos, la culpabilidad y la frustración de no poder hacer más por los animales se acumulan, no es raro encontrar que las emociones se descargan no solo en forma de tristeza, sino de agresividad o abandono de la actividad. Esto, de no tratarse, deriva en patrones de comportamiento y de pensamiento insanos, como el sesgo a posteriori o el sacrificio de la propia salud por querer abarcar más casos de los que se pueden sostener.

¿Cómo lidiar con el duelo en un santuario?

No hay una respuesta universal. Cada persona tiene una emocionalidad propia, unos tiempos y un nivel de autorregulación diferente, por lo que solo queda hacer uso de la introspección para establecer los propios límites.

Es clave (y polémico) el asunto de los autocuidados, cuya necesidad se hace cada vez más patente en la cultura del activismo. Por otro lado, la asistencia psicológica profesional debería ser un pie de apoyo para cualquier persona humana que se embarque en esta odisea de rescatar y cuidar.

No obstante, sí hay una afirmación válida para todes aquelles que renuncian a parte de su privilegio como especie en favor de los animales: tu dolor es válido, tienes derecho a procesarlo a tu ritmo y a recibir ayuda cuando la necesites. El camino es largo, pero no se recorre a solas.

Thai y Ágata, compañeras felinas fallecidas en febrero y marzo de 2022

2 Responses

  1. Blog muy interesante! Siempre me ha interesado la vida de voluntarios en santuarios de animales y lo que conlleva. El estilo del blog es genial ya que la lectura se hace muy amena y no está sobrecargada de información <33

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